Serie: saltando la cuerda
Transmitiendo Coffee Morning
@tatalhos@bigmancho @sagas21 @manuelj @coloresmari… Y claro, siempre podrán sumarse cuántos quieran porque, en sintonía con los mencionados twitteros y con ALTAIR, la idea de “Coffee Morning” será crear y compartir todas la historias que sean posibles.
Niño Caimán
Cambio de lado
de nuevo otra vez más debo esperar a ser absuelto por mi corazón, o tal vez por la razón,
de nuevo, al igual que muchas veces, las mismas calles con la misma gente,
la misma ropa de otras ocasiones,
la misma mirada resentida,
el mismo eco extraviado que atraviesa estos híbridos paisajes de cemento
las mismas canciones
las mismas sensaciones,
los mismos ojos que miran al otro,
los otros ojos que miran al mismo,
tanta gente programada para pasar a la misma hora y por el mismo sitio que pasaron ayer y pasarán mañana,
tanta gente habitando este paraíso poblado por antropófagos que no hablan: atacan.
El camino de Ezequiel.
Recordando a Tarantino...(y a el Antiguo Testamento)
Ezequiel 25:17
"El camino del hombre recto está por todos lados rodeado por las injusticias de los egoístas y la tiranía de los hombres malos.
Bendito sea aquel pastor que en nombre de la caridad y de la buena voluntad saque a los débiles del Valle de la Oscuridad porque es el auténtico guardián de su hermano y el descubridor de los niños perdidos.
Y os aseguro que vendré a castigar con gran venganza y furiosa cólera a aquellos que pretendan envenenar y destruir a mis hermanos, y tu sabrás que mi nombre es Yahvé cuando caiga mi venganza sobre ti."

SALVEMOS A TELEANTIOQUIA
Admiro a sus profesionales y técnicos y respeto algunos de sus programas, pero la verdad caímos en la inmunda con este medio regional, que como recordarán es el único que lleva a las apartadas y escarpadas geografías antioqueñas una imagen de lo que pasa en la realidad...comandada (porque es todo un comandante) por un gobernador que quiere mediatizar su mandato.
***
En la medida de lo posible trataremos de ir creando conciencia entre nuestros compañeros y en la comunidad, de la importancia que tiene TELEANTIOQUIA para los antioqueños. De momento lo haremos a través de los medios virtuales y esperamos en un futuro no muy lejano, poder hacerlo abiertamente, ya que no queremos que haya vetos a nuestra universidad y que se cierren las puertas a las prácticas o a empleos a nuestros compañeros o a nosotros mismos.
Para no ir muy lejos, hace poco en el programa EL HOMBRE DE LA CASA, el mismo director contestando a la pregunta de que para cuando estaba la nueva pagina web del canal, contestó sin dársele nada y con una sonrisa malvada: él (el empleado) ya sabe “que tiene plazo hasta el 31 de diciembre”. Eso es inconcebible. La responsabilidad es de él y solamente de él, otra cosa es que delegue internamente.
DE LA SALVACIÓN QUE REGALAN LOS NAIPES
Por
Andrés Raigosa
raigohead@hotmail.com
“Mientras haces bellos discursos, soy cortado en pedazos. Me das de comer a los leones, un balance delicado...soy como un plato giratorio” Radiohead
Demasiado ruido. Mucho, diría sino proviniera de mi cabeza.
La luna se asoma tímida, rompiendo el cielo lleno de luces naranja. Brilla, casi virgen.
Las luces decembrinas chisporrotean por el valle como los salmones que saltan río arriba para morir mientras se reproducen.
La multitud dialoga. Existe. Murmuran como insectos. La noche bien puta de Medellín se balancea entre la música parrandera de Guillermo Buitrago y el tarareo de un borrachín que camina describiendo una elipse sobre el largo corredor de Carlos E. Restrepo.
Demasiado ruido. A mi lado dos mujeres bien vestidas de negro, juegan a las cartas, como lo hace la muerte con la noche. Una de ellas sonríe dejando ver su malicia poco indígena y más bien anglosajona. Se concentra tocando su barbilla. La otra con ojos de leche, sigue el juego como quien ve llover.
A la calle la orino y me sigue amando, a la música la amo, sin esperar recibir ni un mal consejo.
La mujer que juega cartas acaricia la victoria. Está ebria. Habla a su compañera de juego no menos elegante mirando los naipes ya viejos.
Los bastos del poder acreditan la victoria. Los reyes reclaman la corona, dice una.
La reina posee las gracias benditas, solo otorgadas a las mujeres al principio de los tiempos, susurra su acompañante.
Medellín no duerme. Se mece furiosa en sus calles mientras dopa a sus ancianos con formol y alimenta a sus jóvenes con leyes burócratas contra el terrorismo. Los niños duermen abrazando su televisor. Dulces sueños.
Un señor ríe como hiena loca en los alrededores. El eco golpea entre los árboles que custodian la biosfera de este complejo urbanístico de clase media. Su risa asfixiante rebota en las mesas de aluminio de un restaurante que atiende a los comensales ocasionales día y que de noche se convierte en refugio de músicos y poetas ebrios que retan a los transeúntes que pasean sus perros y edifican el cuerpo ideal con ejercicios atléticos.
La compañía me resultaría inútil. No tengo nada que decir y, ante cualquier pregunta no tendría nada que responder. Nada que declarar. Sólo un silencio prolongado que podría terminar en una risa ocasional que remediara el estar solo.
Aquella risa se vuelve más fuerte, como quien prefiere evitar los resentimientos de una vida infértil. ¿De qué podría reírme como lo hace aquel hombre?, ¿de quién? La risa me traspasa.
Tal vez es una serenata para su amada, quien en unos minutos saldrá a su ventana vestida de blanco, sonriendo. Una serenata de risa.
Todos aquí están tan preocupados en vivir y adorar a sus dioses y sus muertos, en conocer a Papa Noel, en brindar por todos los amigos y dedicarles una canción de cuna, en vivir rápido, en morir sin ver la muerte jugando naipes... y en existir.
Un concierto de grillos enluta la noche. Reclaman el territorio que los seres humanos han violado hace centurias, reclaman respeto por sus derechos “humanos”, reclaman su herencia, reclaman esta ciudad con techos naranja invadida por los hombres sedentarios, que viven sin sentir y piensan tan rápido como se les permite.
Es fácil hacer un concierto con dos cuerpos y reproducirse constantemente como los grillos noctámbulos.
La música invade sutil, el ambiente nocturno. “Sexo fácil y películas tristes, ayúdame a estar donde pertenezco”, grita el borrachín como pidiendo ayuda. Su cuerpo ya ha dibujado bastantes elipses como para describir diferentes líneas tangenciales en el suelo. Podríamos decir que el amor le ha hecho eso por apostar más de lo que debía en un sencillo juego de naipes.
Se abren las apuestas, alguien siempre pierde.
Una anciana harapienta se acerca a los sedentarios transeúntes reclamando unas monedas. La abraza el Santo Rosario y un megáfono.
-Ya he sembrado bastante, es hora de recoger como dice Cristo...como la semilla que cayó en los espinos y no pelechó y como aquella que cayó en tierra fértil...cada árbol se reconoce por sus frutos...los otros serán cortados para que otros nuevos rediman su espíritu...
Grita la anciana amplificando estereofónicamente la palabra del señor (¿qué hubiese hecho Cristo con un aparato así?).
-Hermanos la salvación solo vale las monedas que me quieran dar, dice la fanática.
Replica para presionar los ingenuos. Quiere venderles la salvación por unos pesos e hipotecarle el cielo a los pecadores a nombre de las benditas ánimas de purgatorio. Le doy unas monedas a ver si dios se acuerda de una vez de mi alma marchita y me regala un espacio fértil en Norteamérica, de donde fotocopiaron el cielo.
Los pechos de esta anciana resandera elevan el escudo de Coca Cola, son dos montes tenues que presionan a los bolsillos de los reos, los niños y los tontos que escuchan el mensaje. El rosario señala el suelo como un péndulo. Todos se conmueven y como yo, prefieren asegurar su paso a la segunda ronda. Esa es la única manera de “sentir de verdad”.
Las luces de la ciudad opacan las estrellas y la luna tímida prefiere el anonimato a ser regalada por un enamorado.
Demasiado ruido para estar solo. Los mismos ojos me observan sobre mi hombro. Es inevitable ocupar un lugar en el espacio y jugar este juego que debería perder. Todos jugamos todo el tiempo. Todos perdemos, todos nacemos para apostarle a algo, tal vez a la muerte...
Los insectos le cantan al cielo naranja de la ciudad. Me piden que me una a ellos y su música. También me piden que reproduzca entre sus orgías artísticas para protestarle al creador por su megáfono que compiten con nuestro canto. Acepto sin resignación. Es mejor ser escuchado que visto. Empieza el concierto. Un as de corazón contra un rey de bastos. Mozart no debió haber nacido.
La verdad… pero viva
Hoy me arde más que nunca cuando escucho por diferentes medios (radiales) los testimonios de decenas de familiares que perdieron a sus hijos, primos, esposos y hermanos…familias que tienen la verdad sepultada en fosas comunes y esperanzas muertas…muy muertas de saber la verdad.
Hoy, estas familias no han elaborado sus duelos (para eso se necesitan el cuerpo y una verdad) ni una certeza de que sus seres queridos están muertos. No una incertidumbre mezclada con impunidad. Una costumbre tan Colombiana como la mazamorra y que sufre de un síndrome de negación por el reelegible de Uribe Vélez, el siempre candidato que “todo lo ve”.
Hoy me arde más que nunca pues hace poco me encontré con un personaje que defiende profesionalmente las “Fuerzas de la Patria”.
Este fulano violó algunos sus secretos profesionales y se despachó con verdades ante mis preguntas…
“Los generales de la patria piden ´Litros de sangre´…piden resultados positivos que vienen desde la presidencia, pasan por la cúpula de generales y se ejecutan en los batallones”, así las cosas, esto es más que una verdad a gritos:
No sólo los narco-paramilitares y los guerrilleros desaparecen, sino que el ejército (como buen mandadero) busca a civiles desempleados de ciudades como Soacha en Cundinamarca para ponerles un uniforme y llevarlos con mentiras a la selva para matarlos con tiros en las sienes y entre las cejas…mientras ruegan por sus vidas.
“Les ponen (una vez dados de baja) las armas en las manos para que conserven sus huellas, más tarde los parten en pedazos”, dice mi fuente.
Luego los entierran en fosas comunes y salen como numeritos en los informes que la presidencia presenta en entrevistas alquiladas en RCN (con Vicky Dávila) o en concejos comunales pantalleros, para luego mandarles a sus amigos en Estados Unidos resultados para que nos hagan un TLC.
No les puedo negar, escribiendo esto algo de miedo me ataca, pero me gana el ardor.
Hoy Amnistía Internacional grita diciendo que en Colombia la impunidad es ley. Cito: “El año pasado, al menos 190 personas fueron víctimas de desapariciones forzadas a manos de las fuerzas de seguridad y los paramilitares, o se encuentran en paradero desconocido después de ser secuestrados por la guerrilla”.
Hay que señalar a los que matan y ponerlos a la luz, decirles… “son ustedes y sus jefes también” y así como la señora del DAS renunció por perseguir la oposición por mandado del Presidentico, que alguien allá arriba asuma la responsabilidad de matar a esta gente y de echarlos al olvido en una fosa como unos delincuentes sin nombre…sin madre y sin alma…pues desaparecidos, espionajes, asesinatos a sindicalistas, acoso a los indígenas, beneficios indiscriminados a la empresa privada, robo a los corteros de caña, beneficios a los paras, tanques para los militares e invasiones a otros países nos tienen ciegos porque los pocos avances del gobierno y los noticieros de 3 pesos (incluyendo novelas y dramatizados de bajo presupuesto) no nos dejan pensar.
Mirándome.
A priori
Antes viene siempre comiéndome. Maldición. Suben por la ventana extrañas formas y empiezan a pedir perdón…para nada, hoy no hay mercado, no hay banda y la vida se compuso al verte volver de lejos. Cuanto nos divertimos al alba! Cuanto le debemos al fisco! Huye mientras cuento. Cuatro, cinco, seis. Pi.
Entonces al final una orda de gente persigue lo uno debería perseguir y uno se queda parado al borde la carretera pidiendo un aventón al más allá porque uno se lo impide por educación. Igual que poner los codos sobre la mesa. Buenos días.
Maltratando "A Wolf at the Door" de Radiohead
Arrastrando tu cadáver cantando te extraño. Serpientes y escaleras. Da vuelta la tapa, afuera aparece el maleante te pega en la cabeza te acuchilla en la nuca te patea los dientes...dedales de acero para los pies... se roba tus tarjetas de crédito párate, toma la pistola, toma los huevos ponte el flan en la cara, el flan en la cara, el flan en la cara, baila maldito baila maldito no te atrevas, no te atrevas no te pongas el flan en la cara tómalo con el amor que llega saboréalo con un poco de sal llévaselo al cobrador de impuestos déjame volver, déjame volver prometo ser bueno no mires en el espejo la cara que no puedes reconocer ayúdame a llamar al doctor ponme dentro Mantengo al lobo lejos de la puerta pero me llama me llama por teléfono me dice que de cualquier forma me va a arruinar secuestrará a mis hijos si no pago el rescate pero nunca los verési llamo a la policía Caminando como una grúa gigante y con mis ojos de rayos-x te desnudo en un pequeño mundo apretado y estás en la lista? esposas sustitutas y quiénes somos para quejarnos?
Inversiones y proveedores, inversiones y proveedores, esposas frías y amantes esposas frías y diarios dominicales pueblerinos en primera clase no saben que hemos nacido Solo saben que alguién más va a venir y limpiaránacidos y criados para hacerlo oh, desearía que te levantes lo tomes, te levantes, lo tomes y apagues la cinta.
¡Un, dos, tres...por la gorda!
En esta ocasión, mi amigo personal y cercano compañero de trabajo, el bien conocido Yan Camilo Vergara, escribe unas buenas líneas sobre una gorda. Otra razón para gugliarlo.

Después de una atracada...viene la calma.
El día de hoy, exactamente a las 6:12 a.m, este parroquiano se dirigía a la UPB a dictar su acostumbrada cátedra en la Fac. de Comunicación Social. Siempre me voy en mi auto, pero esta vez, con pico y placa, decidí emprender a pie los escasos 700 metros que me separan del aula de clase...hay que aclarar que es el ÚNICO DÍA que voy a pie.
A una cuadra de mi hogar, tres facinerosos me acorralaron y me despojaron de mi teléfono celular dejándome un punzón de puñal marcado en la cintura (un dibujo para los más entendidos en el argot de la calle), y tres puños anatómicamente bien distribuidos en el brazo, abdomen y hombro, cosas de la escuela del hampa, digo yo.
Los facinerosos no contentos con el hurto, me dejaron en el piso mientras huían arengando en contra de mi condición.
Lo mejor está por venir, no se despegue.
Acudiendo a un sentido curioso, le compré a Ramón (el que vende minutos en la entrada de la UPB), unos minutos para llamarme (llamarlos...pues ya era su celular), y curiosear sobre si era posible se me devolviera el teléfono (sí claro), con la sorpresa de que al otro lado parecía que alguien me esperaba.
Transcribo apartes del atracador contestando, agregando detalles de lingüísticos de importancia de color:
"Sos vos gonorrea, pa que sepas tu celular está una chimba.. cuánto te valió pirobo, sabes que..me caiste bien, si quiere nea, se lo devuelvo si me da 200 mil lucas, sino piérdalo"
A lo que conteste diplomáticamente:
"Um, llevo 30 mil en la billetera, si quiere son suyos", acudiendo a una vena creativa y tacaña.
El "artista" agregó:
"Desde acá te estoy viendo, no me salgás con raras que te hubiera robado la billetera perro, si me vas a echar los tombos tengo 3 manes enfierraos que te están esperando".
Al ver lo complejo de su predicamento, le digo que espere mi llamada que le compro el celular.
Total al final terminé por cancelar la línea pero el facineroso parece seleccionó alguno de mis preciados contactos y los está llamando a "saludar", así que absténgase de dar sus datos o de ser amable, que muy seguramente NO SOY YO y si soy, lo sabrá.
Pues bien, a estas horas le pido me envíe su número a donde le quede fácil: mail, blog, teitter, last, feisbukk..para que vuelva a recuperar lo que me duele: haberlo perdido de mi extensa pero importante lista de contactos, la misma que me ha hecho decir "lo importante no es saber, si no saber quién sabe"
Un comentario final:
Medellín no es inseguro! que va!, pero esa percepción si que le está dando "seguridad" a los FACINEROSOS para moverse tranquilamente por las calles.
O simplemente diga como dijo el Sargento Otálvaro cuando me recibió la denuncia (historia aparte): "Es que hay mucha desigualdad social, son pelaos necesitados, que hasta cabeza de familia serán"...sí claro..
Y una denuncia: Los alrededores de las universidades son verdaderos campos de batalla para los incautos y desprevenidos transeúntes estudiantiles, muchos alumnos me han dicho que les han abordado "ex desmovilizados" pidiendo colaboración a su causa, que los están "cuidando"..otros han llegado a clase sin zapatos...atracos por doquier.
Un celular vale huevo, pero este paseo se está poniendo maluco sino denunciamos y hacemos algo, si no somos solidarios y ayudamos cuando vemos a alguien caer en desgracia..como me dijo un tipo en la policía..."el otro podrías ser vos, nea", así que ahí les dejo.
Desde mi hogar le deseo un feliz día y pilas manden el número de contacto.
más información en raigohead.blogspot.com

gOd BleSs HoT cHip!
Para los que no saben bien de lo que hablo...uno de los mejores exponentes del Indie Electro sobre el planeta nos enrolla con su lógica estética muy original...para la muestra un botón!
Cortos cuentos cuentan cosas curiosas (parte 3)
Acabo de regresar de la vieja oficina de créditos. El joven al otro lado de la mesa me ofreció amplias variedades de bebidas para comprar mi paciencia mientras fingía hablar con alguien importante en su intercomunicador alámbrico. Opté por el café: sabe a montaña, le dije. La humedad me sofocaba.
Traté de parecer amable cuando le expliqué que a pesar de mi salario soy buena persona y que lo que pido no son tantos miles como él cree. Su corbatita delgada parece un minutero...eterno.
La expresión de su rostro cambió radicalmente cuando sumamos mis ganancias; parecía decirme...”¿quién vive con esos peniques?”... y como soy tan buen mentalista le expliqué que realmente es algo sencillo vivir a pesar de los afanes, el lujo y los grandes autos.
Inesperadamente saqué de mi maleta algunas de mis fotos y sus ojos centellearon levemente como si de verdad tuviera alma. De nada sirvió mi gesto enternecedor para comprar puntos adicionales para acceder a mi crédito.
Haciendo un gesto marcial agarré mi sombrero y me levanté sonriendo...pensando en que la iglesia podría ofrecerme más indulgencias, pues no me retraso en los diezmos; pero aquel sujeto inerte lanzó su última puñalada diciéndome...”le quedan años para hacérse un historial...porque a estas alturas... nadie cree en usted”.
Aún sonriendo, regresé lentamente a mi casa, lucubrando sobre aquel suceso...y ahora sentado contemplo la foto a blanco y negro sobre la chimenea donde hace días jugaba a tener alma.

Un poema corto para un día con ideas cortas...
La composición resulta ser casi tan efectiva y letal como en el momento de haber sido sentenciada...y al final es tan parecida al color del día de hoy, como las nubes que coronan mi ánimo.
Les dejo una pieza de colección del poeta de Andes, Antioquia, un ser que se inventó la reflexión sobre la nada..
ADIÓS AL NADAISMO
Caído en el limbo espiritual suspiro por nuevos suplicios.
reclútame señor para la salvación o el terror.
los ideales que no cambian la vida corrompen el alma.
el espejo ya no me refleja: me culpa.
Dios mío, sálvame de esta paz difunta.
devuélveme la esperanza y el sufrimiento.
dame fe en una causa aunque sea perdida.
dame todo el fuego que sobró de Sodoma, la sed que incendió tus delirios.
quiero arder, ¡arder!
Dame, Señor, la desesperación de creer y la felicidad de destruirme!
Gonzalo Arango.
Cortos cuentos cuentan cosas curiosas (parte 2)
Mientras busco un viejo diario en el ático, encuentro una gran caja cartón llena de carpetas, las cuales, a su vez, están llenas de notas que hice alguna vez sobre la construcción de un kit de punción emocional.
El hallazgo pareció ser providencial: mi vida amorosa está hecha pedazos. Construida completamente a base de medias verdades, intuiciones fabricadas y urgencias vagamente rememoradas, mi vida privada está claramente en desesperada necesidad de reparación. Y alguna vez necesité de un kit de perforación emocional, es en esta coyuntura.
Desafortunadamente necesito localizar muchas partes para construir el kit de perforación, y a pesar de muchas súplicas telefónicas a varias ferreterías, verduleros, encuadernadores, tiendas de papelería y carniceros, no puedo ensamblar el kit.
Miro fuera de la ventana, y noto que un grupo de hojas vuela frente a la casa. Esta vista se añade a mi creciente depresión, y me apresuro a ir al pueblo para buscar activamente las partes que necesito.
Un prestamista llama mi atención. Entro en la húmeda tienda. Le explico mi predicamento al delgado hombre detrás de la reja, y él me enseña una caja que alberga a unos roedores pequeños.
El prestamista me dice que los roedores puede que no reemplacen a mi vida amorosa, pero que me amarán si yo los amo. Y si yo no los amo, ellos me castigarán con sus afilados y puntiagudos dientes.
Sin saber bien el por qué, compré los roedores y me apresuré a mi casa. Una vez allí, les dije cosas dulces y les di leche.
Más tarde regresó mi esposa. Parecía que había vendido con éxito mi viejo diario a un importante editor. Estoy extrañamente imperturbable, pero bien, tengo a mis roedores.
SD

Prepárese para olvidarse de Botero, el Edificio Coltejer, el Pueblito Paisa y el Metro. Hoy no hay guías turísticos.
El Periodista
Donde la flautista dejó sus ratones
“Despegue y aterrizaje. La más vacía sensación. Gente desilusionada aferrada a botellas. Y cuando llegan están tan decepcionados y aplastados como un bicho en el suelo. Caparazones destrozados. Jugos fluyendo. Alas arrancadas. No te pongas sentimental te hace parecer tonto. Un día me van a crecer alas.”
Radiohead
Por
Andrés Raigosa
raigohead@gmail.com
12:00 a.m.
Ninguna cenicienta corre huyendo de la hora. De sus malvadas hermanas. De su príncipe encantado. A las 12:00 a.m, el parque del periodista bañado en el naranja de sus luces, está forrado de personas murmurantes, de conversaciones surreales que hacen que la vida parezca un Picasso, un Dalí, una fábula depredadora en donde la familia, Dios y el trabajo son pequeñeces.
Fin de semana. Los corredores y bancas están abarrotadas de personas que elevan plegarias invocando a Baco, al placer. La marihuana hace elevar un olor fuerte, medicinal, que despierta los sentidos, la agudeza.
A las 12:00 a.m un hippie borracho coge el tambor en que está sentado y empieza a tocarlo al ritmo desentonado de una canción. Sin coordinación, canta una vieja canción de Manu Chao: “Sueño de Solentiname”. Su voz áspera retoma fragmentos dispersos de la lírica. “Soñé la viruela, soñé locura, soñé miedo, soñé saqueo...mundo querido alíviame, del sueño de soletiname...” repite con tono de angustia, de perdida. Se podría decir que está melancólico, drogado, perdido. Nadie le dirige una mirada ni por desprecio ni por compasión. Nadie.
A las 12:00 a.m la música desbordante de los establecimientos contiguos inunda el lugar. Metal, Rock en Español, Salsa y Canción Protesta compiten con el murmullo ensordecedor y abstracto que emerge del concreto. Una fauna de personas desborda la etiqueta callejera y desarrapada de los asistentes: el parque es un barco de “farra” y verbena callejera. Es como si todos estuvieran en una fiesta en la que nadie es el protagonista y todos están invitados. En las manos y bocas brota el vino barato: Pomposo, Luminoso, Glamoroso, Vieja Cabaña, Moscatel. Dulces compañías en una noche fría. Dulces embriagantes que por míseros pesos regalan ratos de ensimismamiento o de desinhibimiento a aquellos personajes que de día suelen pasar inadvertidos en el colegio, en la universidad o en sus casas esperando la mordedura ponzoñosa de la noche y su veneno que corre por las calles, por sus parques.

A las 12:00 a.m los punkeros se detienen de corrillo en corrillo para vender palitos de incienso de colores, de fragancias lavanda y flores que producen la paz que ellos no inspiran al vérseles acercar tan decididamente. Vienen y van entre los corrillos y las hileras de personas que forman círculos deformes sobre las aceras, bancas, escalas y estatuas. Caminan formando elipses sobre el suelo, mareados y modulando inarticuladas palabras que no persuaden a ningún cliente.
Al otro lado de este barco de concreto están ellos, los “gays”, una serie de personajes arreglados y perfumados con fragancias penetrantes que se lanzan besos profundos ante la mirada ya inmune de los habitantes de la noche. Furtivos ante los señalamientos. Es como si hubieran colonizado un lugar, apartados del resto, ocultos del naranja inquisidor de la luz. De la mirada indicativa de algunos que no entienden su naturaleza, su vida. Sus voces delicadas y aterciopeladas superan los murmullos con su delgadez aguda.
A las 12:00 a.m las empanadas, palitos de queso y pasteles de pollo hacen trizas los bolsillos de los hambrientos, de los que sufren de la mal llamada “cometrapo”. El olor los atrae, los envuelve, los hipnotiza, los levanta desde sus asientos de concreto elevándolos a la sublimidad de la grasa y la carne.
El modesto puesto de empanadas expele un olor graso, a la gloria de la gula, a los 200 pesos que vale un trozo de masa y carne. Claro que hay otras opciones y es entrar al Viejo Vapor o al Guanábano, viejos negocios del parque, a solicitar unas papas con ajo, que alborotarán a los pedigüeños que no dudarán en entrar y arrebatarte una papa con un “dele parce” que no acepta negativas.

A las 12:00 a.m una mujer flautista, bella, flaca y con el cabello hasta la cintura, se sienta en un muro para empuñar su arma musical y fusilar a los presentes con una delicada melodía que juega con las orejas, se mete por el cabello y hace cosquillitas en el paladar. La música viaja por el ambiente, rompe las densas nubes verdes de la marihuana, supera el sonido agresivo del metal y se encumbra en los cerebros de los presentes, que como los ratones del cuento acuden al llamado de estas poderosas notas. La sonata suena a indígena, a selva, a río crecido, a humedad tropical. Todos voltean, unos acuden. Los murmullos disminuyen su intensidad. Todos en función de su tonada, interpretada con los ojos cerrados y una dulzura artística. Termina el encanto. Un borracho aplaude y todos vuelven del sopor musical, a la realidad. Aterrizan.
A las 12:00 a.m las nubes cierran el cielo. Las gotas empiezan a precipitarse contra la vegetación del parque. Tímidamente. Nadie se inmuta. Nadie corre. Todos permanecen. El cielo del parque está surcado por alambres con estrellas flotantes. Azules.
Algunos malabaristas y goleros acuden. Sacan sus juguetes y comienzan a experimentar saltos y suertes de malabarismos con objetos que se tiran entre sí. Sus gorros y barbas largas cubren sus rostros. Roban miradas por sus increíbles logros en el manejo de la gravedad. Desafían.
La noche en el centro de la ciudad tiene habitantes singulares, que parecen reconocerse entre sí, como si la vida los hubiera unido por un lazo hasta el alba, hasta que la luz salga y estén obligados a devolverle este parque a la soledad, al teléfono público que dormita bajo el sol, al anciano que vende golosinas y cigarrillos junto al él y a los viejitos leyendo la prensa mañanera. Por ahora la media noche embriaga los sentidos, consume oscuridad. El deseo.

A las 12:00 a.m, la basura esparcida por los recicladores durante el día, mezcla su nutrido olor con el sereno carbónico expedido por los pulmones productivos de la urbe. Los carros despliegan su velocidad a la sombra rutinaria de los semáforos nocturnos que avisan peligro y los neones de los bares y licoreras le cantan a los amantes borrachos que se besan en medio de sus lucubraciones alcohólicas. Es una fiesta donde la anfitriona es la ciudad y donde el poder yace dormido junto a sus billetes, leyes, referendos y reelecciones.
La única ley es la del más fuerte, la ley de saber que todos se han visto pero no se conocen, donde no se sabe qué es lo que llevan en sus jíqueras y morrales aquellos mutantes salidos de ningunaparte, qué miedos o ansiedades somete el alcohol y la droga, que pasiones desencadena el sexo.
A las 12:00 a.m no pasa nada. Las plantas que sobrevivieron al diluvio de botellas vacías se rodean de un humo asfixiante, denso, casi niebla nocturna. Carcajadas y enormes risotadas hacen eco divino. Las mujeres abrazan a sus hombres, y las botellas a sus dueños.
Las diferentes mezclas de mutantes que pululan aquí no se enfrentan: conviven, comparten el mismo aire, toman el mismo vino, viven la misma vida nocturna como una película que se repite cada día al caer el sol. A esta hora nadie podría ser más feliz en cualquier lugar del mundo que el loco que canta con su tambor, que aquellas parejas que se besan como en despedida, que aquella señora de las empanadas recolectando moneditas de 200 o aquel malabarista que logra compartir su acto. A esta hora, nadie podría estar tan triste en el mundo como que aquel niño que espera a que su mamá termine de pedir migajas, que aquel solitario con su radio y su soledad, o aquella señora que mira desde su balcón a “esta generación perdida”.
Una cosa si es cierta y es que ninguno de ellos podría estar en un mejor lugar para mezclar su tristeza y su felicidad momentánea. Para vivir tanto y tan poco. Para oler la noche y su sereno, para detectar las empanadas amarillas, para escuchar el eco de su risa, para exhalar ese porro de marihuana que llena, para separar las melodías ebrias de los músicos de acera que dan conciertos sin boleta, para sentirse acompañado de alguien a quien he visto antes pero ni sospecho quién es.

A las 12:05 a.m empiezan a caer con más frecuencia esas gotas heladas de lluvia. Entonces los corrillos se deshacen, la música se desvanece y las parejas buscan un pedazo de cornisa para guarnecerse. La noche entra a momento definitorio para los intereses de los amigos del calor y pone en jaque las intenciones de más de uno que planeaba explayar su humanidad sobre el piso revocado y caliente del “Periodista”. Ahora los cúmulos de olores se mezclan. Vienen y van con le calor que brota de las aceras, calles y carros. La música metal se atenúa para recibir a los clientes empapados y quejumbrosos por el factor impredecible de la lluvia, mientras otros suficientemente drogados, borrachos o contemplativos se mojan mientras ríen de aquellos que temen a la “naturaleza”, a la vida.
Entonces un mutante de esos peludos y estregados por la vida dice repetitivamente: “a estos parques no les falta sino tener techo” y las cenicientas empiezan a aparecer entre la lluvia para correr hasta sus casas, y el agua y su olor a polvo espantador, empieza a aplaudir con sus gotas esa retirada masiva, como si la fiesta hubiese concluido felizmente.
Pero nadie sabe, porque mañana también anochecerá y los ratones que aquella flautista encantó con su música selvática, regresarán para sentarse y murmurar, reír, besar, tomar, fumar y esperar los primeros buses del día y desaparecer así, con la luz.