Por
Otniel Grisales Galvis
C.S.P
Durante los últimos meses, los colombianos nos debatimos entre la tensión de las elecciones presidenciales y la expectativa de vivir, a la distancia, una nueva versión del Campeonato Mundial de Fútbol. Ahora bien, qué tal si para estar a tono con la agenda internacional abordamos el análisis de la campaña electoral a la luz del fútbol como metáfora.
Aunque no es ortodoxa, no es una perspectiva descabellada. Desde tiempos remotos un personaje político de este país ha reclamado un lugar en el poder bajo la consigna “dejen jugar al moreno”. Pero existen referencias más recientes. Por ejemplo, el ex alcalde de Medellín Sergio Fajardo, presentó los candidatos que pretendía llevar al Congreso bajo el rótulo de la selección Colombia; o qué decir de Noemí Sanín a quien se le vio en televisión liderando la barra de los comandos azules; o por qué no parafrasear al candidato Antanas Mockus, quien usó esta metáfora para explicar los reveses del Partido Verde en primera y segunda vuelta, admitiendo haber anotado, él mismo, un par de autogoles y definiéndose como jefe de este departamento en la colectividad.
La previa
Los medios de comunicación presentaron los equipos en contienda, pero se concentraron en el encuentro que a su juicio convocaría una mayor audiencia: el enfrentamiento entre Los Verdes y los de La U; ambas escuadras oficiaron como cabeza de grupo en la puja por la presidencia.
Algunos apostadores rebuscaron en un modelo estadístico tratando de establecer una tendencia y, con números en mano, entusiasmaron a los electores para que aventuraran un marcador, al mejor estilo de las pollas mundialistas.
Entretanto, ambas zagas preparaban el partido.
Los Verdes afinaban su estrategia de redes, hacían ejercicios de fundamentación, promovían su filosofía de juego limpio y practicaban movimientos ofensivos para profundizar en los espacios vacíos. La contratación de Sergio Fajardo prometía darle un juego más dinámico a este equipo, pero su repentina lesión de cadera obligó a Los Verdes a pensar en otras variantes para el ataque de cara al primer juego.
Los de La U, por su parte, hacían énfasis en lo mental. Asistieron a eventos religiosos de todo tipo y se copiaron de estrategias probadas con éxito por varios equipos extranjeros. Aunque la inclusión en la nómina titular del armador ofensivo J. J. Rendón subió la moral del grupo, esta contratación levantó ampolla en un sector de la prensa que no comparte su juego incisivo y al filo del reglamento.
Entretanto, Juan Manuel Santos, líder de la escuadra naranja, asistía a una reunión clandestina con un integrante de la comisión arbitral. Santos explicó que asistió a la cita por solicitud del funcionario quien quería garantizarle que, el día del partido, tanto el juez central como sus asistentes llevarían silbato, cronometro, las tarjetas respetivas y los banderines. El capitán de Los Verdes no quedó muy tranquilo, pero no había nada que hacer con un estadio reservado, los derechos de transmisión negociados, los delegados internacionales presentes y los aficionados, con boleta en mano, esperando el pitazo inicial.
En las afueras del estadio, la dupla de comentaristas Hugo Chavez y Rafael Correa, periodistas no acreditados de la cadena Telesur, promovieron una gresca intervencionista para agitar los ánimos en la tribuna latinoamericana. Las “insulzas” fuerzas de la OEA, al mando de José Miguel, tímidamente, como la FIFA, toleraron el uso de vuvuzuelas entre las barras venezolana, ecuatoriana y nicaragüense que no cesaron sus estridentes arremetidas anti-imperialistas y los ofensivos cánticos bolivarianos en contra del juego colombiano.
Primer tiempo
Antes de saltar a la cancha, la charla técnica, con transmisión en directo desde los camerinos. Los Verdes se la jugarían por un equipo joven, muy aplicado a los conceptos técnicos, con movilidad y toque de primera intensión. En tanto que José Obdulio Gaviria, en el costado derecho del estadio, impartía instrucciones para La U: exigió confianza inversionista en el ataque, mucha picardía en el medio campo y seguridad democrática en defensa.
En las tribunas los aficionados hacían su fiesta. La “ola verde” se movía alentada por artistas, columnistas e intelectuales connotados que promovieron el voto de opinión entre universitarios e independientes. Mientras que los del bando contrario, atarugados de tamal, entonaban picarescos cánticos en contra del capitán de los verdes que, ni exhibiendo girasoles, logró conquistar el corazón de una hinchada que sólo pensaba en repetir título.
Del primer tiempo hay poco que decir: ninguna polla acertó en el marcador, a La U le funcionó su módulo de maquinarias, el juego de Los Verdes no fue vistoso, Antanas lució lento, errático, dubitativo y por eso el marcador dos a uno.
Entretiempo
Pasado el primer tiempo y con el marcador en contra, el capitán de Los Verdes subía el ánimo de sus jugadores. Les habló de la fuerza de los sueños y echó mano de un discurso motivacional para convencer al equipo que su moral es superior, aun cuando su juego no es vistoso. Antanas no anunció cambios ni en su nómina ni en su estilo de juego, aunque puso a “calentar” a Gustavo Petro (tal vez pensando en abrir el partido por el sector izquierdo) terminó dándole gusto a un sector de la afición que prefiere un partido independiente pero sin individualismos, colectivo pero “…sin las manos amarradas”. Así las cosas, el profesor Mockus esgrimió su estrategia para el segundo tiempo: jugar con los abstencionistas, que manejan muy bien ambos perfiles y saben pararse a espaldas de las maquinarias.
En La U, su capitán estaba resuelto a liquidar el partido en el segundo tiempo. Por eso renovó la nómina con jugadores talentosos en el cambio de frente y anunció la entrada al compromiso del puntero derecho Germán Vargas Lleras, de destacada actuación en la liga parlamentaria, cuyo pase pertenece a Cambio Radical, y que llegó a La U como refuerzo en calidad de préstamo con opción de compra.
La prensa hizo su análisis de cara a la etapa complementaria. Señalaron que Los Verdes deberían ser más ofensivos y contundentes en su ataque, mientras que La U se dedicaría a administrar el resultado escondiendo la pelota de los falsos positivos, dejando salir el balón por las bandas de la unidad nacional, congelando el juego de los escándalos de corrupción y exagerando las faltas de Los Verdes.
Segundo tiempo
Antes de empezar la etapa complementaria, ambos capitanes se reunieron por separado con Álvaro Uribe, central del compromiso, quien aducía una molestia al parecer en sus partes nobles. Los especialistas la definieron como Síndrome de Doña Rumbo, extraña manía por el poder ocasionada por exposiciones autoritarias por más de cuatro años seguidos. Tanto Antanas como Juan Manuel ofrecieron su ayuda, pero fue menos tímido con Santos, quien conoce muy bien uno de los “huevitos” en cuestión: el de la seguridad democrática.
En la finalización del encuentro nada cambió con respecto al primer tiempo. Los Verdes se volcaron al ataque y La U jugó al contragolpe; Mockus fue muy aplicado en el hombre a hombre, pero Juan Manuel jugó al pelotazo; los abstencionistas no hicieron la diferencia, mientras las maquinarias coparon espacios; Los Verdes, inseguros en defensa, provocaron faltas que La U capitalizó gracias al cálculo político y a las diversas jugadas de laboratorio que denominaron con nombres atípicos como SENA, Familias en Acción o ICBF. Al final, un tanto más a favor de los naranjas y el marcador global tres a uno.
Más allá de los resultados electorales
Así como el máximo certamen del fútbol asociado tal vez sirva para que la humanidad ponga su mirada sobre un continente extremadamente pobre, donde habita aproximadamente el 20% de la población mundial. Los colombianos sumamos votos por la propuesta continuista de La U, esperando que en la era Santos se salde la deuda social que deja Uribe y se ejecuten acciones contundentes para revertir el 12.2 % de desempleo en Colombia, se procure el desarrollo de casi 20 millones de pobres y se dignifiquen los cerca de 7 millones de indigentes del país. Al tiempo que le apostamos a un proceso de renovación en lo político y en lo público, con la participación de una nueva generación de ciudadanos que no aprenda de maquinarias ni de vicios burocráticos, que se eduque en la legalidad y que se aplique al control político, como bien lo dijo Antanas Mockus: “independiente y deliberativo”.