Escribir sin la “A” es como...

Regularmente la gente escribe muchas cosas.

Pero hace poco me di cuenta que un grupo de mis estudiantes llevaban varios semestres haciendo una suerte de experimientos con el lenguaje...en algunas de sus asignaturas universitarias.

Para mi sorpresa, una exalumna y buena amiga me compartió el siguiente texto...que me dejó asombrado no sólo por su buena disposición narrativa sino por estar escrito INTEGRAMENTE SIN UNA DE LAS VOCALES MÁS INDISPENSABLES: LA “A”.

Bien dice Germán Castro Caycedo, “sólo utilizamos una pequeña porción del lenguaje y solemos repetirla todo el tiempo, las mismas palabras, las mismas expresiones...”

¿Cómo les parece?

***

LUZ EN EL RINCÓN

El cielo se cubre de un negro infinito seguido por el viento nocturno, es entonces el frio quien crece con los minutos que sugiere el pequeño reloj de él, le duelen los huesos, se estremece su piel, pero resiste como lo hizo en el invierno de noviembre.
Él quiere huir, conseguir un refugio, pero no tiene un céntimo en los bolsillos. Su rostro exhibe, el polvo y el humo. Por su frente corre un líquido rojo proveniente de un encuentro con enemigos de turno. Sus ojos son reflejo del olvido. No tiene ningún ser en el mundo que se interese por él.

Pronto los recuerdos le consumen, esos momentos en que quiso vivir envuelven su mente, se puede ver el desespero en su rostro, en esos negros ojos que llenos de dolor y odio se convierten en espejos de ilusiones sin cuerpo y sin espíritu. Inexistentes.

Lo único que posee es un pequeño y sucio reloj, su económico precio es útil pues no seduce los mendigos, no es elemento de riesgo. El ruido de los vehículos disminuye y viene un corto silencio, silencio que se interrumpe por su reloj que produce tenues sonidos que se esconden entre los murmullos de gentes que, como él, duermen sobre los mugrosos cementos.

Tic- Toc –Tic-Toc mueren los minutos entre los gemidos del segundero, el tiempo es como un bloque indestructible, eterno… ¿pero dónde lo veo? ¿Qué es el tiempo? ¿Bendición o infierno? ¿Un invento concebido y sólo concebible por el hombre? Surgen cuestiones que no puede entender, tiene intensos deseos de comprender el porqué de su existir en el mundo.

Le sorprende ver y sentir.
Percibe cuerpos invisibles, oye voces de otros mundos. Intuye un fin, un principio, un sueño profundo.
No quiere vivir. Pero el instinto es el peor presidio pues tiene control sobre su cuerpo que se resiste, que es terco y miedoso que prefiere sufrir intensos dolores que perecer.

El tiempo lento pero no inmóvil sigue su conteo. Con el correr de los minutos crece el sueño pero no puede dormir pues es nuevo en este sitio, en este oscuro rincón que tomó sin conocer sus dueños, sus gentes, luego de tener que huir de su viejo refugio en el puente después de un encuentro violento con un grupo de tipos muy peligrosos.
Entonces decide poner todo su cuerpo sobre el cemento con los ojos fijos en el cielo y se pierde en lo inmenso y profundo de éste. Un suspiro lento y profundo lo sumerge en otros mundos y en otros tiempos; por fin sonríe después de mucho tiempo.

Le sorprenden los luceros, esos pequeños huequitos de luz en ese sitio inmenso donde todo es negro. ¡Brillo y luz en ese enorme y oscuro sitio!-se dice-.
Dos hombres le ven desde lejos, tienen los ojos fijos en él, pero esto ocurre en completo silencio. Tiempo después se cubren con periódicos del frio y le siguen viendo, como inquietos, pero sin intenciones de pleito.

¡Luz en el rincón!- se dice- ¡tengo luz en este oscuro rincón! y sonríe de nuevo. En el momento no siente frio, no siente el cemento duro sobre el que recostó su cuerpo. Se ríe, se mece sobre el suelo como un niño pequeño y con un último suspiro vuelve los ojos sobre el cielo. Siente un poder desconocido en su mente, ve un fuego invisible que derrite el inmenso telón negro y por fin esos “huequitos” de luz consumen su dolor, su débil cuerpo y su triste existir.

-¡Sobredosis! Dicen los dos hombres.
-¿Quién recoge el tipo?
-Yo no. ¡Si no tiene dónde vivir, menos que tiene dónde morir! y sonríe.

Susana Moncada López

1 comentarios :: Escribir sin la “A” es como...

  1. genial... personalmente no me creo capaz de prescindir de alguna vocal... digo, si se la inventaron por algo será... pero me parece interesantísimo... me quito el sombrero ante Susana, tesísima, enserio.