Polaroid de despedida para unos ojos manga: entrega final!

(continua de la tercera entrega)

Quiere llover temprano, los árboles delatan un viento misterioso, de esos vientos que traen noticias sin golondrinas. Empuña fuerte su sombrilla encogida y escoge una baldosa para quedarse quieta. Siente un hormigueo en la espalda, un hormigueo apuntillado como el que siente en las noches, son las miradas de inquisidoras de todos aquellos a quienes utilizó para recrearse el mundo, del pianista Judío, el farmaceuta sibarita peso completo, la secretaria metiche, Lola desde su balcón de anturios, varios obreros con cascos amarillos en sus manos, los conductores de los autos se detienen para mirarle en detalle…todos dejan sus miradas extraviadas y confluyen en aquellos ojos faros que hace rato los examinaban con curiosidad quirúrgica, en aquel cuerpo y aquel cráneo que disparaba ideas a ritmo locomotor de un obturador…ya el sol es un recuerdo de calor sobre la piel de los visitantes del café que ahora la ven desde lejos con sus periódicos del hoy enrollados bajo la axila. Quiere llover temprando.

Por instinto termina por examinarse, por hacer un recorrido mental por todo su cuerpo verificando el funcionamiento del sistema…el corazón en su lugar. Elimina la sospecha de estar llamando la atención de alguna forma. Quieta. Nada encuentra en su cuerpo. Pero aquellas miradas la apuntalan como clavos en cámara lenta, todos la examinan, la miran, la desnudan…de un tajo arranca la música de sus oídos y descubre con asombro un silencio polar en toda la avenida…cadavérico. No hay cláxones, ni martillos azotando paredes, menos cajas registradoras saludando billetes o cantos de pájaros madrugadores. Nada. Fellini se jactaría de ella…le pondría una cuerda y la volaría como cometa.

La sensación de huir la invade, huir como el botín de haber inventado las historias que deseó que le contaran aquellos extraños huir después de haber jugado con las figuras de un teatro urbano, con las vidas simples y saladas capturadas en recuadro de gente que apenas vio por primera vez…nada de salas Luis XV, esposos muertos, pianos que no suenan, prostitutas de colores o viudas alegres…nada, sólo cuerpos dispuestos a ser llenados con embudo de complicaciones, de vidas rutilantes que haría de una espera amena.

Esas miradas acabarían por enloquecerla, por darle vueltas como cuando niña iba en busca de una piñata, a ciegas. Todos la examinan en un cuadro congelado. Ella teme pensar, teme que adviertan sus pensamientos, que los lean…con esas miradas podrían traspasarla como una hoja de papel…la imagen de la alcantarilla engullendo su cuerpo sería un alivio, pero sabe de la utilización deliberada de astucias para complacerse y el castigo que en algún momento deseó iba tomando forma en aquella calle, en aquella mañana, en aquel lugar donde era el centro del mundo.

Un rayo iluminó el paisaje con la rapidez de un flash y al parpadeo emprendió la odisea de cruzar de un tajo la avenida paraguas en mano, con la lentitud cuadro a cuadro del momento. El espresso veloz ya avanzaba hacia ella cuando escuchó por última vez la melodía del motor diesel, y quieta en la mitad de la calle oscurecida, y sin tiempo de remar a una orilla, tomó por despedida la foto en primer plano de aquel chevy 74.

FIN


Andrés Raigosa


2 comentarios :: Polaroid de despedida para unos ojos manga: entrega final!

  1. ¡Que historia tan genial! admito que desde que leí la primera parte, no pude dejar de seguirle el hilo... ese personaje tiene algo de parecido a alguien que conozco, esa maraña en la cabeza que no se calla...

  2. Qué bueno ver publicada esta polaroid. Desde que tuve acceso a ella se me quedó metida en alguna parte del alma. Bien por mostrarla a quien quiera detenerse ante la redacción libre de la historia de la mujer ojos manga.