Abrazo

Mi nariz apunta al piso mientras el sueño me vence en una partida de póker desértico. Sentado, sudo lo de rigor. Bajo una sombra de metal los centígrados suben a paso ligero. Al baño maría.

Elevado 15 metros del piso acumulo razones para esperar medio despierto el paso del tren del Carbón: eventualmente vivimos para dejar de ser infelices, no para alcanzar lo inalcanzable, él me hace menos infeliz…sus vapores emanan mi tranquilidad, sus maquinaria enciende mi corazón de calderas y sus vagones me recuerdan el paso de los años, todos iguales. Monólogo tic-tac de los años.

(En un metro cuadrado sí que puedo decir que hay intimidad).

Escribo en un cuaderno amarillo hepático lo que pienso pero se evapora…

“Labores del día…”, pero mi mirado se detiene ante un silbido que me trajo la brisa guajira de estos días…en medio de los rieles que adornan la vía metálica del tren que se pierde en mi horizonte, corre un hombre que soy yo en mi juventud persiguiendo el último vagón, entonces en un parpadeo de poca lucidez, bajo acelerado a su encuentro…él me abraza como un ave…me abrazo y siento que en pocos segundos conoceré el carbón bajo el hierro caliente de mi amante. Soy menos infeliz ahora.

Cerrejón - Guajira, julio de 2006.

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