Cuentos cortos 4: más y más...

Vuelve y juega...cortos y certeros como la gillete de peluquero...desangran el alma y hacen correr la bilis desde el cuello hasta el pecho...justo ahí done quedaba el corazón...
Cortos los cuentos de hoy...pues un día como hoy, no quiero vivirlo sino en el lecho.


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El pasante mineral

Junto al lecho materno descanso sentada sobre mis rodillas. Algunas de sus lágrimas han rodado en avalancha hasta mis orejas. Me mantengo firme como una promesa de volver, mineral.

Aunque joven, la amante le anduvo quitando la historia a mi madre quien hoy duplicó la jornada del trabajo del hígado condenándolo a unas lucubraciones alcohólicas sin precedentes.

Todo se confabula con el dolor de la pérdida: la lluvia de estos días y el flasheo de los recuerdos que no volverán y que se van en compañía de un efecto dopler de suspiro.

El papel verdadero se desata en el dolor con quien comparto la sangre de actor, y el telón cae sobre mí, una roca que comparte el lastre cómplice de ser tan joven y amante como aquella causante. Y yo, como buena roca, anhelo por un espolón.

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Pescas

Debajo de la bóveda descansa un anzuelo. Cometas en el cielo. Olvido profeso por la inmensidad. Por tal, cuando camino bajo suelo natural omito con refrescante extrañeza el asunto azulado.

Hay que ver cuando las precipitaciones rompen en realidades atmosféricas, pues es allí cuando levanto a unos 100 grados la vista y angulizo el resultado. De inmediato diagnostico un paraguas y así menos que advierto del peligro, y tácitamente camino al borde amnésico de la intemperie.

Hay que ver cuando quema la canícula. Menos sugiere uno el andar despistado y más por la oscuridad bien fría. Siente uno la sangre fluir por sus carreteras y acelerar al mío (cardio) corazón (o donde solía quedar).

Un día recomienda mi horóscopo realizar un acto digno de proeza circense: “levanta la mirada a unos 90 grados y contempla las señales”, decía al dedillo la cita adornada. Religiosamente abandoné los artilugios para esconder el paraguas y me detuve a contemplar las formas que muy a pesar de la gravedad, se sostienen.

Y claro, apareció la tentación de sostener la cuerda que se desprendía desde lo alto, cuya nota anexa explicaba con detalles fabulados la fortuna de dejarse llevar por los instintos.

1 comentarios :: Cuentos cortos 4: más y más...

  1. Andrecillo duendecillo me gustaron tus cuentos no tan cortillos!!
    Seguiré pasando por aquí a leer. Buena composición en las fotos de Tejelo, faltó la denotativa y reconocidisima morcilla del lugar.
    Abracitoss